11 cosas que no deberíamos prohibir a nuestros hijos

11 cosas que no deberíamos prohibir a nuestros hijos.

Fuente: Guía Infantil

Poner límites en la educación de nuestros hijos son los cimientos que los forjarán como las personas que serán en día de mañana.

La siguiente lista son algunas de las acciones que comúnmente realizamos sin percatarnos de cómo afectan las conductas emocionales y sociales de nuestros hijos, normalmente las hacemos pensando en qué dirán los demás.

1- Cometer errores: Si en nuestro trabajo nos gritan o ridiculizan frente a los demás, lo podemos considerar como agresión, entonces ¿porqué gritarle a los niños? No es sano gritar a los niños, más aun cuando está en pleno proceso de aprendizaje y todavía le cuestan cosas como atarse los zapatos, hacer bien su cama o guardar cada juguete en su sitio. Nosotros estamos ahí para ayudarles a mejorar día con día y darles el tiempo y las pautas necesarias para que vayan aprendiendo poco a poco a hacer tareas que a nosotros nos parecen sencillas.

2. Llorar: frases como “no llores” o “deja de llorar de una vez” sólo enseñan a los niños que llorar es malo. Si cada vez que lloran les regañamos e incluso gritamos, comenzarán a reprimir sus emociones, intentarán no mostrarlas o exteriorizarlas y se convertirán en adultos que no manejan bien sus emociones. Es mejor preguntarles el porqué llora y ayudarles a comprender sus sentimientos.

3. Decir no: a pesar de ser un niño y a pesar de que nosotros somos quienes marcamos las normas y nuestros hijos deben obedecernos, no quita que el niño no sea un miembro más de la familia con voz y voto. Frases como “no vuelvas a decirme que no, aquí se hace lo que digo yo y punto”, convierten a nuestros hijos en sumisos y conformistas. Lo mismo sucede cuándo los obligamos a besar a personas cuándo el claramente se siente incómodo con la idea.

4. Expresar su opinión: va en consonancia con la prohibición número 3. Los niños son más inteligentes y congruentes de lo que solemos pensar, te sorprenderán en ocasiones los puntos de vista que tienen de las circunstancias y situaciones que ocurren a su alrededor.

5. Ser inquieto, curioso y ruidoso: Los niños corren, saltan, chillan y ríen con fuerza. Los niños hacen travesuras, tienen rabietas, desobedecen, son nerviosos, tienen mucha energía, curiosean, se prueban, descubren, se equivocan… No son muebles de escritorio… ¡Son niños! Y así, en definitiva, es como los niños son felices, haciendo ruido. Nosotros debemos enseñarles a comportarse en cada lugar pero, en definitiva, no podemos obligarles a estar callados, quietos y serios en todo momento. Cuando un niño juega y chilla, es feliz.

6- Comer solos: con la excusa de que se van a manchar o que son muy pequeños, muchos padres tienden a darles de comer ellos mismos a edades en que los niños ya son capaces de llevarse el tenedor o la cuchara a la boca sin ayuda. Es una actitud de sobreprotección que no ayuda al niño a desarrollarse.

7. Tener miedo: los miedos en la infancia son normales. De hecho, hay miedos que están asociados a cada edad, a medida que crecen los niños desarrollan unos miedos y superan otros. Nunca debemos prohibir a los niños tener miedo de la oscuridad, de los perros, del médico, de estar solos o de los extraños. No hemos de hacerles sentir avergonzados por tener miedos y sí debemos estar con ellos y acompañarles para poder superarlos.

8. Tener secretos: todos tenemos secretos y aunque los padres hemos de someter a nuestros hijos, como decía mi madre a una “libertad vigilada”, hemos de respetar su intimidad y su pequeña parcela de vida privada. De hecho, a medida que crezcan tendrán más secretos, hemos de asegurarnos de no traspasar la línea que haga a nuestros hijos perder la confianza en nosotros leyendo su diario o presionándoles para que nos cuenten todo. Y sí hemos de hacerles saber que pueden contarnos cualquier cosa, que siempre estaremos con ellos y les apoyaremos.

9- Dibujar o hacer manualidades: ya tenemos suficiente trabajo como para limpiar lo que el niño ensucia cuando pinta, colorea, recorta o manipula con plastilina, ¿no? Pues es un grave error porque estaríamos coartando su creatividad e imaginación.

10. Preguntar: los niños a lo largo de su vida pueden hacer decenas, miles, millones de preguntas acerca de cualquier cosa. Incluso aunque tengan la respuesta, ellos preguntan. Estas preguntas pueden catalogarse en fáciles, difíciles, imposibles y “glups”, que son aquellas que nos hacen sudar porque no sabemos ni cómo enfrentarnos a ellas. Pues bien, ni siquiera en esos casos debemos ignorarles, pedirles que se callen o no contestarlas. Esa comunicación abierta en la que respondemos, aunque estemos cansados, a sus preguntas, sienta las bases de un vínculo fuerte entre padres e hijos.

11- Ser codicioso: sí, así dicho suena extraño, nadie debería ser codicioso. Nos referimos al imperativo legal de muchos padres de obligar a los niños a compartir sus cosas en cualquier momento y en cualquier circunstancia. ¿Por qué deben hacerlo? Sí debemos enseñarles a compartir pero nunca obligarles y menos aun quitarles aquello con lo que están jugando para que otro niño juegue.