¿Seguros que el sistema educativo está obsoleto?
Por: Alexandro Arana Ontiveros
En marzo de 2011, Carmen Moret-Tatay y Manuel Perea hicieron un experimento para demostrar que las letras denominadas “con patines” (esas líneas horizontales delgadas que aparecen al final de los trazos, como en la Times New Roman), dificultaban la lectura, reduciendo la comprensión del texto debido al ruido visual provocado[1].
La tesis, muy bien llevada en el estudio, y todavía mejor demostrada por una vasta muestra de individuos encuestados, pasó por alto un detalle insignificante empero importantísimo al juzgar de manera tajante este tipo de letras: los dos especialistas adquirieron el bagaje necesario para cuestionarlas gracias a centenares de libros escritos en ellas precisamente.
[1] “Do serifs provide an advantage in the recognition of written words?”, Journal of Cognitive Psychology, marzo/2011, 23:5, 619-624.
Resulta irónico que las letras que (según ellos) mayor ruido visual causan al momento de aprender algo fueron las mismas que dieron pie a que pudieran ser cuestionadas. Más allá de sus resultados, la contundencia del uso de las tipografías con patines en la mayoría de medios impresos y digitales muestran perfectamente si su aseveración es real. No, lamentablemente no lo es. Solo es otro punto de vista, respetable sí, pero hasta ahí.
Con
la educación etiquetada como tradicional pasa exactamente lo mismo. Las
críticas lo aseguran: caduca, limitante, creadora de esclavos, de robots
insensibles, urgida de un cambio radical cuanto antes; en fin, la pesadilla de
la que deberíamos sacar a nuestros hijos e hijas, pero a la cual seguimos
metiéndolos año tras año. ¿Qué nos sucede entonces?
Que es un buen cliché decir todo lo anterior. Parecemos adultos críticos ante un sistema educativo que aparentemente lleva años sin renovarse; nuestra opinión suena innovadora, incluso creativa. Sin embargo, en realidad solo estamos repitiendo lo que hemos escuchado, lo que está de moda dirían los libres pensadores.
¿En realidad está tan obsoleto el sistema educativo tradicional? Basado en el método de Juan Amos Comenio, instaurado a mediados del siglo XVIII, y llamado popularmente como educación prusiana es considerado como una aberración para el aprendizaje holístico según Howard Gardner, David Perkins y otros especialistas. Sin embargo, es curioso hacer notar que muchos de ellos estudiaron en ese mismo sistema decadente y lograron alcanzar los conocimientos suficientes para cuestionarlo. ¿Que sucedió entonces? ¿Cómo es que un mal sistema produjo buenos elementos?
La respuesta sencilla es que son los elementos los que van más allá del sistema, y es precisamente esto a lo que me refiero ahora: no estoy en contra de una mejora del sistema educativo actual, cualquier innovación y fortalecimiento son bienvenidos; sin embargo, sistemas antiguos, actuales o futuros siempre se quedarán cortos ante los estudiantes que quieran ir más allá. No es el sistema sino el individuo quien aprende; cualquier método solo ofrece el inicio.
Y analizando las partes del sistema también nos percatamos de las inconsistencias de dichas críticas: la alarma al final de cada clase crea sumisión… ¡Pero si hasta es una técnica de disciplina usada por los emprendedores! Los salones repletos de alumnos sin educación personalizada evitan buenos resultados… ¿Y las cátedras más famosas y especializadas con sus aulas incluso de más del doble de cupo? Y podríamos seguir y seguir.
Resumiendo: mejorar el sistema actual e incluso los futuros siempre será conveniente, pero de ahí a declarar que el existente es obsoleto dista mucho de la realidad. Recordemos que muchos de los profesionistas de mejor calidad de nuestro mundo actual estudiaron en él.
Conoces
más sobre:
Alexandro Arana Ontiveros
Escritor,
guionista, redactor y diseñador editorial/gráfico
Ganador de premios y menciones por sus trabajos literarios
Miembro activo de MENSA Internacional
Colaborador de Skolar en temas de educación